miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Que responsabilidad nos compete en los casos de abuso y explotasión sexual infantil?

Durante la tarde de ayer vía twitter, se me consultó mi opinión como psicóloga respecto a lo ocurrido con la red de prostitución infantil. Y sinceramente no me extrañó para nada la pregunta, puesto que es un tema que durante estos últimos días ha estado en boca de todos, nadie ha podido ser indiferente a esta lamentable situación, todos de alguna manera u otra tienen una opinión respecto a este caso, opinión que generalmente es un llamado a hacer justicia. Pero es ahí donde yo me pregunto ¿somos realmente concientes de la responsabilidad que a nosotros también nos compete en estos casos? Sería fácil para mí, contestar en términos psicológicos señalando el perfil de los acusados, explicar teorías para “comprender” su desadaptada conducta, y utilizar un técnico lenguaje como les gusta a muchos para referirme a este tipo de personas y situaciones en general, pero no, hoy optaré por otra forma para referirme a este caso, no me pondré del lado de los acusados, pero tampoco pediré justicia como todos lo hacen (independientemente que todos esperamos que llegue), en esta ocasión y con el debido respeto que todos se merecen, me gustaría compartir con ustedes mi opinión respecto a nuestra propia responsabilidad en estos lamentables hechos. No es para nada falso aquel dicho que señala que la ocasión hace al ladrón, pues él aprovecha cualquier instancia para su ataque, solo basta dejar una mínima ventanita abierta para que realice su delito. Lo mismo ocurre en estos casos, lo mismo pasa con los abusadores y explotadores infantiles, se aprovechan del más mínimo descuido que podamos tener con nuestros pequeños, y sin darnos cuenta queridos amigos, nuestros niños están bastante descuidados, aunque con nuestra poca capacidad de autocrítica creamos lo contrario, y aseguremos estarlo haciendo bien. Y es que es cosa de pensar críticamente y analizar con la mayor objetividad posible que tipo de cosas están viendo nuestros niños en la televisión, que tipo de música están escuchando, como los estamos vistiendo, que formación le estamos dando, que hacen cuando están solos frente a un computador con Internet, etc. Estamos en un mundo tan sexualizado, donde ya se ha vuelto casi normal ver escenas fuertemente apasionadas en televisión abierta, incluso en horario que supuestamente es para todo público, sumando a esto los programas de farándula, donde sus temas favoritos es investigar quien se acuesta con quien, y mientras más detalle tangible haya para sustentar la nota mucho mejor. Y como a veces en un hogar puede faltar cualquier cosa menos el televisor, me imagino a más de un pequeño o adolescente viendo todo esto mientras come o realiza alguna otra actividad. por otro lado tenemos las canciones, cuyas letras en su gran mayoría hablan explícitamente de sexo, especialmente las bailables… y no falta la mamita, el papito o algún familiar o amigo del menor que le enseña todos los movimientos por habido y por haber (en su mayoría sexuales) para que se vea lindo o linda bailando, mientras todos le refuerzan su nueva gracia, sin pensar que esa conducta perfectamente puede estimular el deseo sexual de algún abusador infantil en potencia o de alguno que ya lo sea sin que nadie se haya percatado de eso. Y que decir de la manera de vestir a los niños o niñas, si ya desde bebés se le ponen prendas de grandes, cada vez más a la moda, con más escotes y ropita ajustada las niñitas, con ropita más agrandada los niñitos, total, la idea es que se vean bien, sin pensar lo que puede provocar en otros. Es más, no es raro ver niñitas menores de 10 años maquillándose con la finalidad de verse y sentirse más grandes, conducta que en más de una ocasión es reforzada por las mismas mamitas u otras personas cercanas a su entorno sin darse cuenta de la gravedad que implica permitir o hacer que los niños se salten etapas. De hecho, se piensa erradamente que mientras más rápido madure el niño o niña mejor para él o ella, y en ese sentido, empieza una especie de competencia casi inconciente entre los padres, que comienza en la infancia, extendiéndose hasta la adolescencia, en la que los hijos pasan a ser caballito de batalla ante los demás, y mientras más rápido aprendan algo, mientras más cosas sepan, mientras más lindos se vean, mientras más se destaquen sobre los demás mucho mejor, olvidándonos que cada persona tiene su propio ritmo para crecer, y sus propias etapas para madurar. Y a todo lo anteriormente planteado sumemos el exceso de información que tanto los pequeños como adolescentes hoy en día manejan, información que no debemos confundir con formación, puesto que son dos conceptos completamente distintos. Por medio de la información los niños desde muy pequeños saben bien lo que es tener relaciones sexuales, conocen los preservativos, están al corriente de los anticonceptivos, y ven el sexo como un placer más de la vida, el cual como todo placer debe disfrutarse al máximo. La formación en tanto permite enseñarle a los niños esto mismo, pero de manera progresiva, moderada, con calma y prudencia; con tranquilidad y responsabilidad; en su tiempo y momento, y con un claro concepto de sí mismo para decidir que es lo más adecuado en un instante determinado. Cuiden bien a sus pequeños o pequeñas, son el tesoro más grande que Dios o la vida les ha dado, no permitan que ninguna de estas cosas los aleje de ustedes, no hagan que se salten etapas exponiéndolos a riesgos que podrían marcar sus vidas para siempre, no les enseñen que el cuerpo es para mostrarlo con la forma en que los visten, ni les hagan creer que el sexo es un caramelo que pueden comer cada vez que se les antoje, por que es fácil señalar, criticar y juzgar, pero muy difícil reconocer cuando uno está mal, de nosotros depende conseguir que el abuso, la prostitución y la explotación sexual infantil no se acerquen a nuestras vidas, ni se vuelvan a repetir. Saludos para todos Nora Cordero Ardiles.