domingo, 2 de febrero de 2014

La felicidad ni se busca ni se compra... se construye.

“quiero ser feliz,” “necesito ser feliz,” “busco ser realmente feliz,” entre otras, son frases que constantemente estoy escuchando, ya sea en mi rol como psicóloga, como también en conversaciones cotidianas. Y es que no sé quien fue el ingenioso o ingeniosa que un día se le ocurrió decir que la felicidad hay que buscarla, siendo que ella depende única y exclusivamente de nosotros mismos, de nuestras propias decisiones y actitudes frente a la vida y a las cosas cotidianas que esta conlleva. De aprender a vivir nuestros fracasos como experiencias para crecer, de levantarnos cuando estamos caídos, de asumir nuestras responsabilidades sin culpar a nadie, de no desear lo que tienen los demás y aprender a ser más agradecidos con lo que tenemos, pues sea poco o sea mucho, si somos menos individualistas y miramos a nuestro alrededor nos podremos dar cuenta que hay gente que ni si quiera tiene la mínima parte de lo que nosotros tanto nos quejamos y poco valoramos. De olvidarnos un rato de la “magia” de la tarjeta de crédito, del aumento en la cuenta del banco, del mejor puesto, la mejor casa, el mejor auto, el mejor colegio para nuestros niños, una buena cantidad de dinero, ya sea en plástico o en efectivo para así poder estar más “tranquilos” y tener una “buena calidad de vida,” la cual se termina cuando todo lo banal se va al piso. Por que el dinero no dura para siempre, y las tarjetas de crédito dejan de ser “mágicas” una vez que ya no puedes pagarlas, pasando en ese minuto para el banco de ser un buen cliente al típico cliente moroso con el cual no se debe tener ni un mínimo de misericordia, pues el negocio no lo permite… Y ahí se está de nuevo, con la burbuja completamente reventada, y la felicidad que tanto se creía tener a la final no era nada, absolutamente nada… Si quieres ser feliz, empieza por ser tú mismo, aprende a valorarte, a respetarte, a agradecer lo que tienes sea como sea, a entender que la decisión está en tus manos, que esa palabrita de 9 letras no se busca ni se compra (aunque muchos te la quieran vender), más bien se construye, y para eso el mejor arquitecto/a eres tú mismo/a. No escribo estas líneas desde la superficialidad, sé muy bien lo que estoy diciendo, pues de lo contrario no lo dejaría en la Web. He pasado por momentos difíciles, muy difíciles, y quienes me conocen lo pueden confirmar, pero pese a ello y a la “discapacidad” que me acompaña, y por sobre todo pronóstico, NUNCA, pero NUNCA he dejado de ser feliz. Y ojo que crecí en una familia compleja, algo disfuncional, por no decir bastante, con una difícil situación económica, pero así y todo se alinearon conmigo, me entregaron valores, me enseñaron el gran significado de la palabra esfuerzo, y sin necesidad de grandes lujos, autos, moles todos los fines de semana, vacaciones caras todos los veranos y demases, me dieron los recursos necesarios para enfrentarme a la vida, luchar por lo que quería, y agradecer día tras día la oportunidad de estar viva, pues el día que abandone este mundo, no me llevaré ni mi título ni nada material, solo la gran plenitud de poder decir con todas sus letras que fui una persona inmensamente feliz. Cariños. Nora Cordero Ardiles. Psicóloga.